sábado, 27 de octubre de 2007

Ladron de corazones

EL LADRÓN DE CORAZONES
Mi abuelo duerme la mayor parte del camino y ni siquiera se da cuenta, cuando el tren se detiene o cuando vuelve a partir... Pero es mejor así, que duerma y me deje solo con mis pensamientos, ahora sobretodo que subió esa monja con esa hermosa niña... Que extrañas se las ve... Mis padres dicen que aún soy demasiado joven como para preocuparme por los avatares de la vida... Sin embargo, ¿cómo no he de preocuparme de este pobre destino carente de sentido que el hombre se ha creado para sí mismo? Basta con mirar a mi abuelo por ejemplo... Yo no quiero ese triste final para mi... Quizás el de esa monja sea mejor... Si, orarle al Señor es mejor que dormir. A ratos, esa niña me sonríe y casi me animo a iniciarle una conversación pero esa monja me detiene, se la ve tan extraña con ese hábito tan raro...
-¿Vas para la Gran Montaña? - Me preguntó por fin aquella hermosa niña.-Si -le contesto- Es mi regalo de cumpleaños... ayer cumplí 13 años.-¡Ayer! Entonces a mi también me gustaría regalarte algo...-¿De veras? -le contesto verdaderamente sorprendido, mientras la monja reza en su rosario una oración continua. Seguro que también está escuchando nuestra conversación; pero, realmente parece tan concentrada en su oración, como si estuviera conversando con Dios...-¡Claro! -me responde muy segura mi pequeña amiguita... Y luego se acerca para decirme muy bajito al oído:-¡Bajémonos en la siguiente estación sin que nadie se de cuenta!-¿Qué?... ¡pero, y mi abuelo!... ¡y la monja!...-Ella es mi tía... No se darán cuenta. No te preocupes.
Realmente estoy muy sorprendido con esta fantástica invitación... pero sólo de pensar en el abuelo y la monja todo me aterra... ¡Y ya estamos tan prontos a la próxima estación! ¿Lo haré verdaderamente?... En todo caso, la hermosa niña no se ha dado cuenta de mis temores y más bien se la ve muy animada contemplando el bello paisaje por la ventana... Hasta que se acerca de nuevo y me dice muy bajito al oído: -¡Vamos ya!
Y yo ya no puedo negarme. Me levanto como un resorte ante su llamado y voy detrás de ella mientras el abuelo duerme y la monja parece orar o meditar... ¡Y ya estamos en el anden! La niña me toma de la mano y... ¡echamos a correr hacia el campo! ¡Hacia el Gran Bosque! Hasta que escuchamos el silbido del tren que se va...
-¡Se fue el tren! -le replico terriblemente angustiado...-No te preocupes -me responde ella- Luego podemos tomar el próximo tren para alcanzarlos. ¡Ahora vamos, vamos antes de que nos gane la Gran Noche! -y de nuevo me toma de la mano y seguimos corriendo y corriendo por este Gran Bosque hasta llegar a la orilla del hermoso río Yamuna...-¿Y que hay aquí? -le pregunto muy intrigado.-¡Tu regalo de cumpleaños! Entonces nos escondemos presurosos tras los follajes para contemplar en silencio el hermoso río y su mística orilla... En tanto, los animales del bosque, los árboles, las piedras, el camino, el mismo río y todos, se han aquietado mágicamente... esperando... Hasta que por fin, hace su aparición en el cielo estrellado, la más hermosa Luna Dorada del año... escuchándose de pronto, una divina melodía que viene de una dulce flauta al mismo tiempo que llegan danzando ¡decenas de niños y niñas a la mística orilla! ¡Son muchísimos y cada uno muy dulce y muy bello! Pero los niños... ¡todos son UNO MISMO!... ¡Si, es un mismo bello rostro expandido en millones de estrellas como frescas gotas de agua de rocío!...
-¡Él es Hari! ¡Hari! ¡El Ladrón de Corazones! -me dice muy bajito mi pequeña amiguita- Y esta es Su Danza Rasa... Su Danza de Amor con toda la Humanidad, donde Él nos roba nuestros corazones...
¿Hari? ¿Hari? Me pregunto una y otra vez... ¿Él es Hari? ¡¿Y es el Mismo Hari Quien está tocando esa divina flauta que me está enloqueciendo?! ¡¿No estaré soñando?! ¡¿No será todo, nada más que un dulce y adorable sueño?! ¡Oh, Hari, Hari! ¡Me estás enloqueciendo! ¡Cómo anhelo ardientemente ser mirado por Ti, ser tocado por Ti! ¡Oh, Hari, Hari! ¡Roba mi corazón! ¡Si no robas mi corazón, me moriré, me moriré, seguro que me moriré! Y de repente, una de aquellas mágicas pastorcillas se nos acerca y nos invita a entrar a ese Gran Círculo Divino... Por supuesto que sin pensarlo, mi pequeña amiguita se levanta feliz y lista para correr hacia ese mágico destino... Pero cuando me tiende la mano, yo lo dudo aterrado, como un condenado a muerte, cobarde e indeciso... Porque en cuestión de segundos recuerdo a mi abuelo, a mis padres, mi escuela... mi casa... mis deberes... ¡Y no se si ir o no!... Pero entonces... Como tocado por la gracia divina, también recuerdo de inmediato el destino infeliz de aquel triste abogado, que cuando fue niño, tuvo la oportunidad de quedarse para siempre en un "Jardín Encantado"... ¡Pero no entró! ¡No entró!... porque más fuerte fue el llamado del mundo y sus deberes... y perdió para siempre esa única oportunidad de entrar al mundo Divino; lo que lamentó por el resto de su vida, hasta que murió al pie de esa gran pared... buscando desesperadamente aquella puerta desaparecida por los años o cubierta a los ojos de toda externa visión... ¡Pero eso no pasará conmigo, no, no y no! Yo prefiero ir de la mano de mi pequeña amiguita y entrar con ella para siempre a ese mundo del Amor Divino donde los niños juegan eternamente con Hari, el Gran Ladrón de Corazones...


Epílogo

Comprenderán ustedes, que fue muy terrible para mi despertar en el último andén y no encontrar a mi muchacho. Nadie puede decirme nada aún acerca de él. Sólo lo que aquella monja me dijo, que lo vio bajarse en esta estación... Pero aquí no hay rastro alguno... ¿O será verdad lo que dicen estos moradores... qué con toda seguridad, él fue hechizado y raptado por una de esas pastorcillas que todas las noches de luna llena salen a robar corazones para Hari, el Gran Ladrón de Corazones?... ¡¿Y ahora?! ¡¿Cómo voy a llegar a casa sin mi nieto?! ¡¿Qué hago?! ¡Ojalá me hubiera ido con él!

- Ganga G. Dasi -

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